La 2024 fue una cosecha cálida, pero con vinos típicos de añada fría: con tensión, jugosos y vivos. La primavera fue fresca, con varios eventos de viento Zonda y consecuentes heladas. Esto, por un lado, trajo un avance lento y fantástico de los procesos fenológicos, pero por el otro, dificultó el cuaje de las plantas debido al viento, que también redujo las canopias. La antesala de la vendimia fue una extensa ola de calor que duró más de 3 semanas, con máximas que rondaron los 40°C y con escasa amplitud térmica. Esto incrementó el tenor zucarino, pero al mismo tiempo, la pulpa no se separó de la semilla generando un foco de acidez natural muy atractivo. Luego en el tramo final y cuando cosechamos, la planta maduró lento, permitiéndonos decidir bien el punto de cosecha que queríamos, con un buen nivel de acidez natural y frescura. La situación fue diferente en Luján de Cuyo y en el Valle de Uco, observando también una gran variación entre cuarteles. El equipo supervisó a diario los viñedos para seguir de cerca la evolución del punto de cosecha y confirmar que los grandes vinos se hacen en el viñedo.
Uvas 100% Bonarda provenientes de un viñedo orgánico propio con conducción en parral, ubicado en Luján de Cuyo (Mendoza) a 800 msnm. El clima es semi-desértico, con días calurosos y noches frescas. El suelo es de origen aluvial con horizontes profundos, de textura limo-arenosa fina, lo que favorece un buen drenaje. Son suelos caracterizados por permitir un desarrollo radicular en profundidad y promover un eco-sistema radicular fresco.
Cosecha manual. Elaborado por prensado directo de los racimos enteros de las uvas. Contacto mínimo sobre lías. Fermentado a 16°C durante 10 días, con levaduras nativas y sin corrección de acidez. Después de una estancia sobre lías de 5 días, fue desborrado y criado en piletas de concreto por 6 meses. No tiene paso por roble. Crianza en botella por 3 meses.
Presenta un color piel de cebolla brillante, de intensidad media, con reflejos dorados. La nariz es muy expresiva, con notas de cereza fresca, damasco, durazno blanco, pimienta blanca, membrillo, cáscara de pomelo y flor de chañar. En el paladar es un vino vertical, que destaca por su gran textura y su sensación de boca fresca y jugosa. La fruta se percibe a lo largo de todo su paso por la boca, terminando con notas salinas en un final frutado y sabroso. Ideal para tomarlo solo como un aperitivo o maridarlo con platos de pescado, conejo y ensaladas de estación.