Spoiler. Les estamos por contar el final de la historia.
El equipo sobrevive y sale más fortalecido que nunca. Los vinos, resultan de gran calidad y personalidad.
¿Pero… cómo lo lograron?
A lo largo de los años hemos llegado a la idea que la cosecha es como un circo romano: uno sabe cómo entra, pero no cómo sale.
2023 ha sido una de las añadas más desafiantes de los últimos 10 años. Fue una cosecha donde la interpretación humana de la añada y caminar viñedos durante todo el día, fueron la clave.
Partamos de la base que nosotros creemos firmemente que, si el Terroir es la música, el hombre es el intérprete, y aprovechar una partitura en todo su potencial se basa en el talento y el trabajo duro de quien la interpreta. Un viticultor debe entender profundamente el Terroir y lo que lo hace único, para así lograr que toda la belleza escondida en su viñedo brille en el vino que de allí nace.
En esta añada en particular, el equipo pasó la mayor parte de los primeros 15 días de molienda definiendo: puntos de cosecha, diferenciación de polígonos y parámetros de elaboración. Los días comenzaban antes del amanecer y terminaban a la noche, probando las uvas que iban ingresando a bodega. En este tipo de años es cuando la solidez y actitud de un equipo marcan la diferencia. Se pusieron en práctica 28 años de experiencia y la obsesión de un grupo de personas que busca cada vez vinos más puros y de fineza.
Un clima impetuoso
Para entender el clima de una cosecha, hay que estudiarlo desde el inicio de la primavera, etapa en la que se definen muchos aspectos sobre la evolución de las uvas. En este año el comienzo de la primavera fue fresco y con algunas precipitaciones, periodo en el cual el equipo agronómico del hormiguero sectorizó todas las fincas. Esta labor resultó fundamental más adelante, en la cosecha.
El último día de octubre todo cambió. Heló. Heló como nadie lo esperaba ni podía prever. Una helada masiva, que afectó toda la región y dejó pérdidas de hasta el 100% en algunas zonas y viñedos de Mendoza. La helada se extendió también al primer día de noviembre. La combatimos incansablemente, intentando de todas maneras atenuar sus efectos. Una verdadera muestra de la fortaleza del equipo.
A lo largo de noviembre pudimos analizar los daños y ganar una perspectiva renovada de la situación. Observamos un muy buen cuaje en los viñedos y a muchas plantas recuperarse. Buenas noticias para seguir adelante.
Llegando al final de la primavera comenzó una serie de olas de calor que durarían hasta el final de la cosecha. El promedio de las temperaturas máximas se mantuvo tan alto como en enero, pero durante todo el ciclo, hasta la cosecha. Este suceso puso a las plantas en una situación de estrés que, junto con el efecto de tener menos uva a causa de la helada, logró que el tenor zucarino subiera a un ritmo exponencial. Habitualmente la planta aumenta 1 grado Brix por semana, pero esta vez el aumento fue de 3 grados Brix en 5 días. Inusualmente, el resto de los parámetros (acidez y madurez de semilla) se mantuvieron dentro de los normales en un año estándar.
Hubo diferencias en Luján de Cuyo y en el Valle de Uco, que analizaremos en detalle a continuación. Para empezar, en Luján de Cuyo la ola de calor se mantuvo durante la cosecha, que empezó el 13 de febrero. En cambio, en el Valle llovió durante unos días, lo que amortiguó el avance de la madurez y el estrés de las plantas. Esta situación se mantuvo hasta el período de cosecha, que en esta finca comenzó el 27 de febrero.
Luján de Cuyo
En nuestra finca de Luján, la ola de calor no tuvo el efecto buffer de las lluvias de febrero. Esto se tradujo en un aumento rápido del grado de azúcar. Estas condiciones, sumadas a la menor cantidad de uva que hubo en la región, generaron que la relación de piel/pulpa sea mayor; es decir, que las bayas tenían pieles muy gruesas y poco jugo.
Esta suma de factores generó vinos de gran concentración en boca, que, gracias al desfasaje de la acidez con respecto al grado de azúcar, nos ayudó a entender la añada y guiar los vinos hacia unos con verticalidad y fineza, pero con una gran estructura.
El equipo, al momento de elaborar los vinos de esta finca, interpretó que debía cambiar la temperatura de fermentación por una más baja, para cuidar la calidad de fruta. Así mismo, se disminuyó la extracción, debido a la falta de pulpa en las bayas, con el fin de cuidar los taninos.
Paraje Altamira
En nuestro viñedo Jardín de Hormigas la situación tuvo algunas diferencias. Durante febrero, en medio de la ola de calor, se produjeron precipitaciones que funcionaron de amortiguador para las altas temperaturas, logrando que la curva de madurez se ralentizara.
El grado zucarino tuvo la misma cinética de crecimiento, pero las lluvias y algunos días de humedad alta lograron mantener aún más la acidez natural y, además, evitaron que la semana posterior la uva se deshidratara.
En este viñedo el trabajo post-helada del equipo fue fundamental. Fue una cosecha donde la madurez de los viñedos fue muy despareja, incluso dentro de las bayas de un mismo racimo. Para poder hacer el seguimiento, sectorizamos todo el viñedo teniendo en cuenta además del tipo de suelo, la madurez química. De esta forma, casi duplicando los puntos de muestreo habituales, logramos tener un mapa que nos permitió elegir el punto de cosecha con mayor precisión.
La relación piel/pulpa fue muy similar a la de Luján de Cuyo por lo que la posibilidad de grandes concentraciones también estaba en Paraje Altamira.
El equipo, en base a cada tipo de suelo y a la situación climática, fue cambiando la temperatura de fermentación, la extracción y en algunos casos el uso de racimo entero para poder guiar la añada al estilo de la bodega.
En esta añada, Paraje Altamira produjo vinos de gran concentración en el frente de boca, verticalidad y gran textura, dada por la acidez y el suelo. Aromas a especias, mentol, campo y frutas rojas son algunos de los descriptores que podemos encontrar.
El trabajo de elaboración continúa, eligiendo cuidadosamente el tipo de material para el añejamiento de cada una de las unidades de terroir de este viñedo especial.
Salir triunfantes del Coliseo
En la arena de esta añada hubo pérdidas y sacrificios. Pero también hubo mucha actitud, persistencia y compromiso. Sorteando gran cantidad de obstáculos, el equipo logro hacer una buena cosecha, cosechando la uva en excelentes condiciones de sanidad, y en su punto justo de madurez. Terminamos la cosecha el 13 de marzo, con menos cantidad de uva, pero logrando ser fieles al estilo que creemos refleja lo mejor de los terroir de Mendoza.